(Publicado originalmente durante la pandemia 2020–2021)
Como es completamente lógico, en lo que llevamos de año se ha discutido mucho sobre la vacunación por COVID19. Argumentos han sido expuestos a favor y en contra, a veces de manera irracional, a veces con muy buenas razones en ambos casos. Más allá de lo que el mundo opina, como cristianos queremos tomar decisiones sabias, es decir, en el temor del Señor (Prov. 1:7).
Pues, efectivamente, la Biblia no habla sobre si debes ponerte la vacuna o no. Pero eso no quiere decir que la Biblia no habla sobre este tipo de decisiones. Lo hace.
Pero antes de hablar de lo específico, establezcamos lo general. Lo primero que necesitamos entender es que la Biblia nos enseña a distinguir entre la “voluntad soberana” de Dios, y la “voluntad revelada” de Dios. Deuteronomio 29:29 (RV60) dice “Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley”.
Hay muchas cosas que Dios no ha revelado, y no nos manda conocer, ni nos hace responsables de ello; en cambio, sí nos hace responsables de toda Su revelación. Aquello que Dios ha revelado en las Escrituras debe ser conocido para nuestra salvación (2 Ti. 3:15), y obedecido para nuestra santificación (2 Ti. 3:16-17). Aquello que Dios ha decretado soberanamente, más allá de lo revelado, no puede conocerse hasta que sucede (por ejemplo, el COVID19), y tampoco puede ser resistido.
En pocas palabras, la voluntad soberana de Dios para nuestras vidas (incluyendo lo que nos pase con el COVID o las vacunas) ya está establecida, y no puede “desobedecerse”. Así que no debemos temer de fallar en aquello que no tiene que ver con Su voluntad revelada. No hay manera de tomar una decisión incorrecta o desobediente en estos casos. Así que no estás comprometiendo tu fidelidad a Dios hagas lo que hagas aquí.
Lo que decidas aquí entra en aquello que la Biblia enseña como asunto de conciencia. Puedes tener motivos para considerar oportuno vacunarte, en tu situación personal, y puedes tener motivos para considerar no hacerlo. De acuerdo a la información disponible, y las preferencias personales, toma tu decisión libremente.
En asuntos de conciencia, lo más importante es que no juzgues la conciencia de tu hermano, ni impongas la tuya. Romanos 14:3-5 instruye “El que come, no menosprecie al que no come, y el que no come, no juzgue al que come; porque Dios le ha recibido […] Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente.” Romanos 14:13 añade “Así que, ya no nos juzguemos más los unos a los otros, sino más bien decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano”.
Decidas lo que decidas en relación a tus anticuerpos, por favor, no te conviertas en un “anticuerpo cristiano” por causa de tu opinión. El cuerpo de Cristo debe estar por encima de esto.
En nuestro WhatsApp de la iglesia hemos tenido, desde el principio hasta hoy, informaciones compartidas tanto a favor de la vacunación, como en contra de ella. Personalmente, nunca me ha importado que así sea, precisamente porque se trata de un asunto de conciencia. Hay hermanos que han agradecido saber acerca del calendario de vacunación, porque les ha interesado; y hay hermanos que han agradecido saber acerca de preocupaciones médicas en cuanto a las vacunas. ¿Quién soy yo para imponer mi conciencia sobre los demás? La única excepción que sí llegué a rebatir se debió a alguna preocupación espiritual al respecto (no, las vacunas no afectarán tu relación con Dios).
No obstante, existe la amenaza de dejar que nuestras sensibilidades fomenten cierta parcialidad entre hermanos, al punto de ofendernos fácilmente (¡por causa de la conciencia de otro ante Dios!). Es ahí donde debes considerar si realmente tu opinión es tan digna, y si eres tan sabio como crees, puesto que la contención en el corazón no desciende de lo alto. Santiago 3:13 “¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre.”
Puesto que el asunto es de conciencia, sólo he compartido mi criterio a quien me ha preguntado. No es algo que se deba imponer. No debe haber un criterio “oficial” de la iglesia. Me parece desastroso que algunos pastores pretendan imponer su criterio (incluso aunque sean médicos titulados, eso no les da derecho a imponer su conciencia y juzgar al hermano en la suya). Respecto a la vacunación no hay una decisión buena o mala, correcta o incorrecta, legítima o ilegítima. ¿Te has vacunado o te quieres vacunar? Está bien ¿No te has vacunado o no te quieres vacunar? Está bien. No estás pecando en ambos casos.
– Las vacunas están en fase experimental. No sabemos qué efectos puedan tener, aunque algunos posibles efectos inmediatos se van observando. Ningún laboratorio se hace responsable de nada, precisamente por esto.
– Las vacunas no impiden el contagio. La idea es que puedan atenuar los efectos del virus mientras lo pasas.- Si has tenido el virus, tendrás anticuerpos. Abusar de anticuerpos puede no ser la mejor idea para tu sistema inmunológico.
– El virus ha probado ser mortal o grave especialmente en cierta población (edad más avanzada, patologías previas, diabetes, etc.), no para el resto.
– La vacunación mundial es un negocio sin precedentes en la historia de la humanidad. Es lógico que haya tanta presión política y mediática para vacunar, incluso a jóvenes y niños (que no les afecta como a gente de mayor edad), porque hay muchísimo dinero de por medio.
– Por el motivo anterior, vas a comprobar que querrán vacunarte cada año y, a ser posible, por siempre. Al igual que, cada vez más, hay quienes pretenden limitar la libertad de aquellos que no se quieran vacunar (a pesar de que vacunarse no impide contagiar a otros).
– Las vacunas pueden ser útiles en tu situación personal, pero eso no debe condicionar al resto del mundo.
Por tanto, haz lo que consideres mejor en tu caso y respeta la conciencia de los demás. Haz gala de tu amor por tus hermanos, no tanto de tu opinión personal. Pon delante el cuerpo de Cristo.
Decidas lo que decidas en relación a tus anticuerpos, por favor, no te conviertas en un “anticuerpo cristiano” por causa de tu opinión. El cuerpo de Cristo debe estar por encima de esto.
Ps. Eduardo González